Un buen descanso nocturno favorece el rendimiento
intelectual y físico, además ayuda a prevenir enfermedades y es esencial para
el crecimiento. Dormir poco no sólo afecta al aprendizaje sino que reduce el
tiempo de respuesta, genera problemas de actitud y de mal humor.
El sueño es necesario para que el cerebro asimile todo lo
aprendido durante el día y esté preparado para asimilar más conocimientos. Por
eso los niños con edades entre los 5 y los 11 años deben dormir entre 10 y 11
horas, y hasta los 16 años lo ideal es dormir entre 9 y 10 horas.
Se recomienda dormir de lado o boca arriba con la cabeza
alineada al tronco. Procurar siempre irse a la cama a la misma hora para
facilitar la
llegada del sueño.
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